Casa-grande y senzala es el más grande de los libros brasileños y el más brasileño de los ensayos que podamos escribir. Creo que podríamos pasar sin cualquiera de nuestros ensayos y novelas, incluso de los que fuesen lo mejor que se ha escrito en Brasil, pero no pasaríamos sin Casa-grande y senzala sin dejar de ser nosotros. Gilberto Freyre, en cierta forma, estableció o por lo menos reflejó el Brasil en términos culturales, como Cervantes en España, Camões en Portugal, Tolstoi en Rusia, Sartre en Francia. Es cierto que hubo en nuestro caso, como en otros, algunos gestos más, unos antes ayer, el Aleijadinho, entre otros, otros, después hoy, Brasilia, de Oscar, pero sin duda entre ellos está el de Gilberto. Casa-grande y senzala es un gran logro de la cultura brasileña, como se ha visto desde los primeros días. [Darcy Ribeiro (1977)] En un Brasil urbano e industrializado, que vive una situación social en la que las masas están presentes y reivindican su ciudadanía, ansiosas de mejores condiciones de vida, se continuará leyendo a Gilberto Freyre. Se aprenderá con él algo de lo que fuimos o de lo que somos todavía en parte. De alguna forma, Gilberto Freyre nos permite hacer las paces con lo que somos. Revalorizó la negritud. Llamó la atención sobre la región. Reinterpretó la raza por la cultura y hasta por el medio físico. Mostró, con más fuerza que nadie, que ese mestizaje, el hibridismo, e incluso la plasticidad cultural de la convivencia entre opuestos (sin contar la mistificación), no son solamente una característica, sino una ventaja de Brasil.