En este clásico publicado en 1947, y al contrario que la mayor parte de los etnólogos en activo durante aquellos años, Maurice Leenhardt parece perseguir un objetivo muy concreto: reivindicar la mera existencia de los indígenas, en este caso los de Nueva Caledonia. En efecto, su estrategia consiste en interesarse no por aquello que pudiera asimilarlos al pensamiento occidental, sino precisamente en lo que los haría singulares y distintos: una 'etnología diferencial' que se reafirma mediante el análisis del fenómeno social total, es decir, los hechos institucionales, morfológicos y dinámicos --a su vez iluminados por la psicología--, finalmente integrados en una unidad rica y compleja. El ensayo resultante nos introduce en el pensamiento de los insulares, en su noción del espacio, del tiempo, de la sociedad y de la palabra, a través de un trabajo de individuación del que acaban desgajándose los elementos estructurales más importantes de su mentalidad: el mito y la racionalidad. Y, al final del camino, no nos espera otra cosa que la iluminadora comprensión de lo que ellos denominan do kamo, el hombre en su autenticidad.