El procurador de los tribunales está lejos de ser un mero invitado de piedra en el proceso. Dentro los términos del mandato y de la representación, el procurador participa activamente en una serie de relevantes actuaciones procesales, que van más allá de los intereses de su cliente, desempeñando cuantas funciones y competencias le son atribuidas en las leyes procesales en orden a la mejor Administración de Justicia, a la correcta sustanciación de los procesos y a la eficaz ejecución de las sentencias y demás resoluciones que dicten los juzgados y tribunales. La obra expone muy gráficamente la figura del procurador de los tribunales, sus orígenes, características del ejercicio y su actuación profesional.
En el primer capítulo se hace una revisión histórica de la figura del procurador hasta nuestros días. El segundo capítulo está dedicado especialmente al papel de la mujer en la Procura a lo largo de la historia; mientras que el tercero se centra en exponer los requisitos y competencias que debe cumplir el procurador, con especial referencia a sus prohibiciones e incompatibilidades, la figura del oficial habilitado y sus relaciones colegiales. En el capítulo cuarto se enfrenta el análisis de la postulación procesal en todos los órdenes jurisdiccionales. El quinto viene dedicado al estudio del poder de representación y sus formas, tanto clásicas como telemáticas, así como de las diferentes modalidades de cese de la representación. Los siguientes capítulos (sexto, séptimo, octavo, noveno, décimo y undécimo) se centran en el análisis exhaustivo de las obligaciones que corresponden al procurador, remarcando aquellas discordancias entre lo exigido por la ley y la realidad que es propia de la praxis judicial, el papel de la Procura en el ámbito de los actos de comunicación, sus derechos (en especial, los económicos al hilo de la reciente Ley 15/2021) y la organización corporativa de la Procura. El libro concluye con dos capítulos (el onceavo y duodécimo) en que describen l