La humanista española Luisa Sigea fue una figura muy conocida y admirada mientras vivió, su erudición fue célebre en las cortes de España y Portugal y su temprana muerte nos dejó epitafios –como el que le dedicó su propio marido, Francisco de Cuevas– y numerosas elegías escritas por las plumas más ilustres de la época. Luisa Sigea, además, legó a la posteridad una obra que, aun sin ser muy extensa, es interesantísima tanto desde un punto de vista literario como histórico, pues sus escritos arrojan luz sobre diversos aspectos del siglo XVI español. Sus obras –en especial su poema Sintra– han sido objeto de estudio por parte de diversos autores desde 1566, fecha en la que se publicó la primera edición del mismo, hasta el pasado siglo, en el que hubo diversos acercamientos a la figura y obra de esta mujer, destacando los trabajos de la francesa Odette Sauvage, quien en los años setenta llevó a cabo la edición y traducción del poema Sintra al francés, así como la publicación de otra obra de nuestra autora, Duarum uirginum colloquium de uita aulica et priuata (O. Sauvage, Dialogue de deux jeunes filles, París, 1970). Pero una parte de la obra de Luisa Sigea no había sido estudiada en profundidad, a pesar de constituir un testimonio de la mayor importancia, su epistolario, que escribió fundamentalmente en latín, del que se conservan unas veintiuna cartas en varias copias existentes en la Biblioteca Nacional de Madrid y en la British Library de Londres. Entre los destinatarios de las mismas se encuentran algunos de los personajes más importantes de su tiempo: el rey Felipe II, el papa Pablo III, así como conocidos humanistas y amigos de la autora.