Éste es un libro con un doble propósito, pues muestra a la vez, como si se tratara de los hilos de una malla indesmembrable, tanto la vida de una antropóloga como la de los seres estudiados por ella. A partir de ahí, ante el lector desfilan la casa y la familia de Margaret Mead, sus viajes, su padre y el mundo académico, su paso por la escuela y la universidad, su matrimonio en la época de estudiante y el doctorado, y todas sus experiencias posteriores en los lugares en los que vivió, trátase de Samoa, Manus, Arapesh, Mundugumor, Tchambuli, Bali o Iatmul. Al final, acaba, claro está, haciendo comprender al lector las culturas de todos esos pueblos, pero también, como consecuencia, abordando el complejo problema del sentido de la educación de las nuevas generaciones: "En este libro -dice que me convirtieron en lo que soy. Además, he querido escoger los tipo de experiencias que podrían llegar a formar parte de un modo de educar a los niños y de ver el mundo…".