La aportación de los formalistas rusos de Moscú y Petrogrado (1915-1930) es bien conocida en el campo literario, pues está en el origen directo de la poética moderna. Menos conocido, sin embargo, es su temprano interés por el cine como cinéfilos, críticos, guionistas y sobre todo como teóricos. En este sentido, Poetika kino, obra colectiva publicada en Leningrado en 1927, se ha convertido en un clásico de la teoría del cine en varios países, pero permanecía inédita en castellano. Esta edición añade a la recopilación inicial un gran número de artículos de los mismos autores, un índice razonado de conceptos y una muy completa bibliografía. El punto esencial del libro son las relaciones entre cine y lenguaje, que permiten proponer la única teoría del cine que no trata de definir su esencia como «música» o «ritmo». Se insiste así en la paradoja de una presencia estructuradora de la palabra en el seno de un medio calificado entonces de «mudo». Para Boris Eikhembaum, por ejemplo, el «discurso interior» incorpora el lenguaje verbal como estructura imbricada en todo lenguaje icónico. Y a partir de ello se establecen las premisas de los estudios semiológicos que alcanzarán su pleno desarrollo durante los años sesenta.