"La teoría general del derecho es una ciencia internacional y sus representantes forman una gran hermandad que no reconoce fronteras nacionales. Los une el esfuerzo común para alcanzar la verdad con el espíritu de la autocrítica científica más rigurosa. La diferencia entre las atmósferas espirituales en las que viven y piensan investigadores de diferentes regiones culturales —por ejemplo, España y Escandinavia— crea una tensión peculiar, pero que significa riqueza y ampliación del horizonte.
Cuando hace algunos años un amigo y colega español me facilitó el ingreso en la vida cultural española, descubrí poco a poco un rico mundo espiritual, maravillosamente inspirador. ZUBIRI y LEGAZ Y LACAMBRA, ORTEGA y RECASENS SICHES... No se trataba de un mundo uniforme, sino vivaz y diverso. Estos pensadores me han hecho ver con nueva luz la dimensión de profundidad de la vida humana.
Mi pequeño estudio sobre El pensamiento jurídico, fue concebido en los escatológicos años 1950 y 1951, como un testamento tal vez excesivamente personal.
Pero la amenazadora catástrofe mundial quedó diferida y la labor internacional en común de los teóricos occidentales del derecho prosigue bajo nubes de tormenta que no se disipan.
Semejante época cultural confiere actualidad a los más fundamentales problemas de la filosofía del derecho. Sentimos hasta qué punto está amenazada nuestra existencia terrenal. Pero no por ello olvidamos las palabras de PASCAL: «L'homme n'est qu'un roseau, le plus faible de la nature, mais c'est un roseau pensant».
OTTO BRUSIIN"