Conocida como la mujer que se atrevió a desafiar las teorías de Sigmund Freud, la importancia de Melanie Klein en el terreno del primer psicoanálisis aún no ha obtenido la consideración que merece. Basándose en una gran cantidad de documentos inéditos y en amplias entrevistas con personas que conocieron a Melanie Klein y trabajaron con ella, Phyllis Grosskurth ha escrito una biografía fascinante y compleja, una soberbia relación de los acontecimientos externos e internos que conformaron la existencia de esta psicoanalista austríaca, autora, entre otros, de textos básicos como El psicoanálisis de niños o Amor, culpa y reparación (ambos editados también por Paidós, en el marco de la publicación de sus obras completas). Lo curioso de este libro es que, a grandes rasgos, la biografiada se aparece como uno de esos poetas románticos que la tradición quiere condenados a la desgracia y la tragedia. Víctima de una juventud frustrante y de un matrimonio infeliz, influida por la lectura de las obras de Freud, envuelta en un torbellino de análisis y contraanálisis, y amargamente enfrentada a la hija de Freud - Anna Freud-, Klein parece casi un personaje ficticio implicado en acontecimientos que continuamente le superan, pero también hecho carne, realizado en la tonalidad atrozmente sombría de sus concepciones teóricas. Yendo mucho más allá que Freud, atribuyó impulsos violentos y sádicos al universo infantil, estudió la depresión, la ansiedad y el complejo de culpa, y se concentró en el concepto de agresividad, que en sus estructuras teóricas venía a sustituir a la lívido freudiana. Esta visión sumamente pesimista de la condición humana se basa en los impulsos destructivos de la especie, pero también es la consecuencia de una mente atormentada desde la niñez que Grosskurth se dedica a explorar con curiosidad de entomólogo.