Nos encontramos ante otra obra fundamental de la literatura erótica occidental, y no ha de extrañarnos que su autor sea precisamente el gran pensador, poeta y novelista francés, Georges Bataille. Así como en Historia del ojo (nº 10 de esta colección) Bataille narra la iniciación sexual, tierna y perversa a la vez, de dos adolescentes, en Mi madre relata la paulatina corrupción de un joven de diecisiete años por su propia madre. Entre los autores de obras eróticas, Georges Bataille se define como el más transgresor, el más hondamente subversivo, en cuanto siempre coloca las situaciones en el límite de lo posible, haciéndole vislumbrar al lector el vértigo estremecedor que el desorden del exceso extremo le depara y revelándole las razones profundas que lo impulsan a odiar y a amar a la vez este delirio. La madre creada por Bataille podrá parecer a muchos la encarnación misma del Mal, ese Mal que, a fuerza de ser todopoderoso, convierte a quien lo encarna en un dios. Bataille nos convence de que es posible, pese a todo y pese a nosotros mismos, amar el mal, el mal que nos acerca a Dios. El joven Pierre va deslizando, pues, entre la angustia y el placer sin límite, en el abismo al que le arrastra su madre, rodeada de sus hermosas y diabólicas amigas Rea, Hansi y Lulú.