¿Por qué consagrar tanto tiempo a la cura por la palabra cuando los medicamentos dan resultados más rápidos? ¿Acaso los teóricos del cerebro-máquina no han reducido a cenizas las quiméricas construcciones freudianas? En estas condiciones, ¿tiene futuro el psicoanálisis? Élisabeth Roudinesco responde a estos interrogantes en un ensayo combativo, decididamente crítico de las pretensiones contemporáneas de transformar la ciencia en religión y de considerar al hombre como un autómata. Lejos de discutir la utilidad de los medicamentos, la autora señala la imposibilidad de que éstos puedan curar al hombre de sus sufrimientos psíquicos. La muerte, las pasiones, la sexualidad, la locura, el inconsciente, la relación con el otro dan forma a la subjetividad, que excede ampliamente la constitución biológica. A pesar de los ataques de los cuales es objeto y de la esclerosis de sus instituciones, el psicoanálisis es todavía hoy capaz de aportar una respuesta humanista al salvajismo suave y mortífero de una sociedad depresiva que tiende a reducir el pensamiento a la actividad neuronal y a confundir el deseo con una secreción química.